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  • Intoku

Soy el actor de mi vida.

Soy el actor de mi vida, el administrador de mis elecciones. Tengo derecho en mi libre albedrío a elegir lo que quiero hacer con mi vida. Tengo derecho a dejar ir al igual que tengo derecho a resistir. Puedo estar en contra de la vida, rechazar mis emociones o abrazar cada una. Puedo elegir sanar mi sufrimiento y no dejar que me envenene. O tengo derecho a dejar que me abrumen. Tengo derecho a que a veces me resulte difícil, pero no se me permite hundirme en el hundimiento del sufrimiento. Al menos no me lo permito. Porque el sufrimiento no es mío. Y si le doy importancia, me afecta y es parte de mí. Entonces el soy yo. Salvo que yo soy el velero de las olas de mi vida y he decidido que nada es mío, ni siquiera el. Solo el amor es mío porque es quien soy. Son cada uno de mis gestos, cada una de mis palabras, cada uno de mis pasos y mis elecciones. Sí, soy el cupido de mi vida. Siento la emoción, pero no me apego a ella porque no me pertenece. Ella es esa energía errante que llena mis entrañas. Que pasa y luego se va. Pero ella no soy yo y ella no es mía. La ira, la alegría, la tristeza, la paz o la angustia no me definen. Y eso lo entendí cuando me di cuenta de que están ahí para recordarme que existen y que estoy vivo. Que están ahí para sentirse, pero que tengo la plena responsabilidad de darles el derecho de hacerme sufrir. Para agarrarme, atarme y agarrarme a ellos.


Depende de ti crear la realidad que te trae paz. Elije conservar las buenas energías, las buenas emociones. Elije este lugar armonioso que te permitirá prosperar. Elegí cortar este cordón emocional que me ataba al sufrimiento. Luego le di la espalda para el resto de mi vida. ¿Harías lo mismo?

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